Es: Tratado: "Osar" Carta a un Compañero mason
"Osar" Carta a un Compañero mason“
La masonería hace al hombre liberarse de las escorias de la creencia y lo confronta con su libertad.
Charles Porset
Hoy Queridos Hermanos estáis en la columna que ocupan tradicionalmente los Hermanos Compañeros, y que dependiendo del rito esta puede ser J.:. como es nuestro caso, o bien B.:. como sucede en el caso del Rito Moderno, y eso es bueno saberlo para vuestro propio desenvolvimiento de vuestro periplo masónico.
En resumen estáis en la Columna del Sur, o sea la zona que recibe luz y calor, que son los elementos que invitan al viaje, que es lo que hace este grado en si mismo, invitaros a dejar el sedentarismo logial y emboscaros en el nomadismo.
Habréis observado que en la Logia de Compañero casi que no hay símbolos por descubrir, más allá de los que habéis escudriñado en la Logia de Aprendiz, en todo caso, será vuestro 1º Vigilante quien os indique los trabajos pertinentes sobre el grado y sus requerimientos para en su momento optar a la Cámara de Maestros.
Aunque antes debéis saber que en la antigua masonería el grado final era el de Compañero, luego vendría la historia de Hiram y la aparición del 3º , el de Maestro Masón... al que llegareis.., pero antes os espera un largo viaje camino de Ítaca, cuyo destino no será tan importante como la disposición al viaje y sus resultados, que en definitiva será lo que premie a vuestro regreso.
Como os he dicho en la Logia que ahora estáis, no han cambiado mucho el escenario con respecto a vuestra antigua morada de Aprendices, tal vez los toque y los signos sean algo más complejos, las diferentes palabra cobran diversos significados, y en vuestro entorno espacial y visual aparece una extraña Estrella con la legra G, de cuyo origen os he hablado en logia y que los distintos Hermanos oficiales durante los viajes de exaltación os habrán explicado.
Por tanto todos, al igual que nosotros, nos hemos preguntado cuando llegamos este grado d Compañero ¿Y ahora qué?
Pues dicen los castizos que «no hay más cera que la que arde» y por tanto lo que está ante vosotros es el propio VIAJE en sí, porque este ya en su exaltación se coloca al Compañero ante la puerta de la logia con todas las herramientas en el zurrón con las cuales en su peregrinar éste pueda ganarse su sustento, ellas serán también el sostén de vuestra rectitud masónica, pero en definitiva será el propio viaje y la calidad este el que os irá dando la prospectiva acerca de cómo mejorar esta humanidad.
Debéis seguir pues la estela de la Estrella flamígera y explorar la horizontalidad según la lógica del nivel, entrando en la atrayente senda del nomadismo que representa el «tour del Compañero» al que virtualmente se os invita, y cuyo sentido se representa muy bien en los distintos viajes durante vuestra exaltación.
No es menos cierto que el «Tour del Compañero» masónico ha quedado muy reducido conceptualmente con la aparición del tercer grado, y relegado en muchos casos a una sugerencia constructiva en base a la estrella salomónica, ya que se la desgajado de algo tan peculiar como es el peregrinar, tal vez se hizo y se hace por el miedo que representa el nomadismo, hasta tal punto llega ese pánico que en algunas Obediencias se establece que durante los viajes a distintas logias del Compañero este se haga acompañar por un «maestro».
Cuando en realidad, creo sí la logia ha hecho su trabajo como cámara de reflexión activa y permanente, suscitando la escuela de la fraternidad y el conocimiento, y del equitativo ejercicio del saber durante todo el tiempo en que el Aprendiz ha estado en silencio, a buen seguro que el hoy Compañero hubiera obtenido las suficientes claves como para «saber, ser, estar y proyectar» en solitario el «tour del Compañero» sin más ayuda que las enseñanzas recibidas, que serían directrices más que de sobra para un vagabundeo iniciático y nómada del Compañero por las logias masónicas.
Por eso la opción de una masonería abierta, liberal y adogmática, lo que defino como masonería de prospectiva, ha de dar cabida a la incertidumbre de la libertad y a la reflexión no estática de la simbología y la ritualística; debe permitir y hasta asumir el deber de interrogación permanente durante la vida y el viaje del Compañero, ya que sí el francmasón, está particularmente ligado a su libre albedrío, y es un ardiente combatiente de la libertad absoluta de conciencia el Compañero debe ser una abanderado de ello en su logia y fuera de esta, pero recordando que no está inmunizado contra las infantiles enfermedades iniciáticas, y que en sus Viajes de Exaltación a Compañero ha pasado por el ideal comunitario: la solidaridad, la tolerancia que pierden su relativismo para presentar un humanismo auténtico que debéis encontrar en vuestro peregrinar.
Ya que nosotros mismos en numerosas ocasiones perdemos la frágil libertad al quedar atrapados en sutiles dependencia, que a veces se constatan en asombrosas sumisiones o adicciones como puede ser un título, un collar, un souvenir o un fetiche masónico o más comúnmente a los atributos del poder o la sacralidad.
El Compañero deber ser capaz por tanto de osar en el pensamiento, en la simbología masónica en toda su dimensión, sin reglas nemotécnicas, sino al contrario dejándose llevar ante el desafío que me planteaba quien fuera mi maestro Charles Porset: Que la masonería hace al hombre liberarse de las escorias de la creencia y lo confronta con su libertad. Pues si a ello unimos la filosofía progresiva de la masonería de prospectiva veremos cómo esta nos enraíza en la dinámica del nomadismo,
Esa búsqueda ha de huir de la imbecilidad ambiental, planteando el discernimiento y la transparencia desde esa dura escuela que ha sido la fuerza del silencio impuesto al Aprendiz, y que al fin y a la postre no deja de ser un buen antídoto para silenciar el ruido de tanto vendedor de humo iniciático como nos rodea.
Por tanto, que el Tour del Compañero se os dé bien, y os invito a que en vuestro zurrón incluyáis para esos tiempos pesarosos el libro del Hermano Rabelais sobre Pantagruel.
He dicho Víctor Guerra. MM.:. DROIT HUMAIN (DH)